2. Formación
¿Porqué tenemos suelos?
El suelo procede de la roca madre, la cual se altera por la acción de los factores ambientales y en su formación se desarrollan una serie de procesos que transforman el material original hasta darle una morfología y propiedades propias. La mayoría de las rocas (especialmente las ígneas y las metamórficas) se han formado bajo unas condiciones ambientales muy diferentes de las que reinan en la superficie de la tierra y al aflorar se vuelven inestables y se alteran (por ejemplo, los minerales que constituyen las rocas graníticas se han formado en unas condiciones de muy altas temperaturas y presiones, ausencia de aire, agua y de organismos, y al aparecer en la superficie de la Tierra se vuelven inestables).
Pues por esto es por lo que existen suelos en la Tierra. Si las rocas fuesen estables en la superficie de la Tierra no se formarían los suelos y sólo podría existir vida acuática en nuestro planeta, en esta situación usted y yo seríamos, a lo sumo, dos peces.
La intensidad de los cambios que se desarrollan en el paso de roca a suelo podemos intuirlos si comparamos la morfología de esta roca granítica y del suelo que a partir de ella se forma.
Los cambios se producen tanto a nivel de alteración en la composición química de los granos de los minerales individuales como en lo referente a su organización física con el resto de los materiales presentes (estructura).
La alteración química del material original comienza por un cambio en la coloración. Aparecen coloraciones amarillas y pardas, muy tenues al principio que luego se van acentuando.
Además comienzan a desarrollarse pequeñas grietas (cambios físicos) muy estrechas y de paredes ajustables, que progresivamente se van ensanchando y haciéndose mas irregulares y de morfología más compleja.
Después aparece el plasma o masa basal (arcillas y limos) rellenando parcialmente los huecos, pero al principio sin que se produzcan reorganizaciones; las movilizaciones o carecen de importancia o son inexistentes en esta etapa.
A nivel de alteración química de los minerales la transformación comienza afectando a los minerales mas inestables (por ejemplo, piroxenos, anfíboles y plagioclasas).
El material se vuelve deleznable, más o menos suelto, de aspecto pulverulento. Se produce la desagregación de la roca, los cristales se separan unos de otros, pero conservando en gran medida el volumen inicial y manteniendo la organización primitiva de roca. A este estadio de alteración se le llama saprolita.
En la fase final la transformación es tan intensa que el material adquiere una morfología propia. Se forma el suelo. A nivel de organización los cambios conducen a la pérdida total de la estructura de roca. Los minerales que en las etapas anteriores se habían fragmentado pero que permanecían in situ, formando entidades individuales, ahora se han movilizado y desplazado a distancias variables. Los minerales se reorganizan, se unen entre sí y a la fracción orgánica y forman nuevos agregados estructurales. Las movilizaciones de sustancias adquieren en esta fase un papel predominante.
Como resultado de la intensa fragmentación el tamaño de las partículas minerales va decreciendo sensiblemente llegándose a formar una masa basal que engloba a los demás constituyentes. Por otra parte, la porosidad aumenta espectacularmente, lo que conlleva un aumento de volumen considerable.
A nivel de alteración química se observa una transformación profunda de los minerales de la roca madre. Se alteran ya los más resistentes, como los feldespatos potásicos (ortosa) y se va concentrando el cuarzo que es muy estable (sólo se fragmenta). Se produce en esta etapa final una importante formación de nuevos minerales edáficos (que no existían en la roca madre) que se acumulan en la fracción arcilla.
En esta etapa los organismos se implantan en este medio, lo transforman e incorporan sus residuos y sus propios cuerpos al morir. Estos restos orgánicos sufren unos profundos cambios hacia otros compuestos más estables.
Los cambios que hemos mostrado en todas estas fotografías son muy espectaculares, al tratarse de la edafización (formación del suelo) de una roca ígnea, como en el caso del granito, y por tanto, con mineralogía, textura y microestructura muy diferentes de las que presentan los suelos; sin embargo, si el material original es una roca sedimentaria, estos cambios desarrollados durante los procesos edáficos serán menos espectaculares.
En resumen, en la secuencia de transformación de la roca a suelo se producen progresivos incrementos de: fragmentación, porosidad, alteración química mineral, material fino, materia orgánica y de estructura edáfica.